La maternidad es, sin duda, una nueva forma de amor que llega a nuestras vidas para quedarse.
Tiene una sintaxis propia y distinta a otros vínculos amorosos, marcada por una clara asimetría, donde la mamá da y el bebé recibe. Alimento, abrigo, decodificación del mundo, un amor con mayúsculas. Una prueba constante para nuestra capacidad de entrega.
La maternidad idealizada presentada desde el mandato social, con madres impecables, felices e imperturbables versus la maternidad real con más preguntas y ojeras que respuestas y moños.
Los hijos representan una oportunidad única para transformarnos, enriquecernos y ser mejores padres y personas, siempre que les demos un espacio para escucharlos.